El impulso hacia el misticismo, el impulso de experimentar una dimensión más allá del mundo material, de conocer y volver a una Esencia o Verdad espiritual, es inherente a cada persona, independientemente de su religión. Los individuos están imbuidos de esta tendencia en diferentes grados. Algunos están dotados de él en cantidad; otros, solo en una pequeña cantidad. Algunas personas tienen la oportunidad de desarrollarlo y traducirlo en su vida diaria, mientras que otras no. Sin embargo, esta tendencia está presente en todo ser humano. El Sufismo (o tasawwuf) no es más que una respuesta natural a este antiguo impulso humano.
¿Qué es exactamente el Sufismo? Si el Sufismo se define como misticismo o el camino del místico, entonces su mensaje se dirige a todas las personas, no solo a los seguidores de una religión. Cada fe tiene su propio Sufismo. En cada nación y comunidad ha habido Sufis, aunque han tomado diferentes nombres y han adoptado diversas prácticas.
El ser humano comprende no sólo un cuerpo de carne, sino otro aspecto, comúnmente denominado “yo” o “el self” (descrito en términos Sufis como nafs). La experiencia mística activa el “yo”. Como una corriente eléctrica, atraviesa a un individuo y genera potenciales sin explotar. Con la activación del yo viene un cierto grado de conciencia y percepción. Una persona comienza a sentir que su “yo” refleja otro “yo” – el “yo” de un Ser Supremo. Se vuelve consciente de Dios actuando en y a través de la creación.
Muchas personas alcanzan este nivel de conciencia en algún momento de sus vidas. Un encuentro, evento o realización les abre a una realidad más grande que ellos mismos. Para la mayoría, este nivel de despertar es suficiente. Pero otros desean algo más: ponerse en contacto con Dios, ver lo Divino, experimentar la Verdad. Ser una mera parte es insuficiente; anhelan aniquilarse en el Todo, el Eterno. Quieren que su fe brote de forma espontánea y continua, como el agua que brota de una fuente. Anhelan darse cuenta de manera personal de que Dios está tan cerca como su vena yugular. ¿Cómo se puede cumplir este anhelo? Dios es el Ser Sublime; los humanos son burdos en comparación. Sus sentidos pueden oír, tocar, ver, saborear y oler cosas materiales, pero el Ser Supremo elude la detección por estos medios. ¿Cómo puede una partícula entrar en contacto con el sol? ¿Cómo puede una parte convertirse en el todo? Los seres humanos desde el principio de los tiempos han intentado resolver este dilema.