Generalmente se piensa que el cuerpo humano contiene solo un centro sutil de conciencia: la mente o el cerebro. Pero los Sufis mayores, a través de sus experiencias espirituales, descubrieron centros adicionales de percepción o sentidos internos a los que se referían como lata’if (singular: latifah). Además, concluyeron basándose en su kashf (percepción intuitiva) que hay diez lata’if de este tipo.
Los orígenes de lata’if reflejan los orígenes del universo como un todo. Según Shaykh Ahmad Faruqi Sirhindi (ra), el maestro indio de quien desciende el linaje Mujaddidi, Dios creó el universo en dos etapas. Primero vino ‘alam’i amr (el mundo del comando de Dios), que surgió instantáneamente cuando Dios dijo: “¡Sé!” Entonces Dios creó ‘alam’i khalq (el mundo de la creación) a través de un proceso de evolución que duró muchos años. Después de ‘alam’i khalq, Dios creó al ser humano. Dios bendijo esta nueva creación con ciertas facultades internas o puntos de luz; el lata’if. Cinco de los lata’if – nafs (yo), malo (aire), nar (fuego), ma ‘(agua) y khak (tierra) – eran parte del mundo de la creación. Los otros cinco – qalb (corazón), ruh (espíritu), sirr (secreto), khafi (oculto) y akhfa (el más oculto) – eran parte del mundo del comando de Dios.
Los lata’if eran luminosos inicialmente. Cuando Dios los conectó al cuerpo, su luz comenzó a filtrarse a través de las influencias del mundo físico, incluida la tendencia de los seres humanos a identificarse con la materialidad. La atenuación de nuestro resplandor interior natural se refleja en el pasaje del Corán, Seguramente creamos al ser humano de la mejor estatura, luego lo reducimos a lo más bajo de lo bajo, excepto a aquellos que creen y hacen buenas obras, porque ellos ten una recompensa infalible. (Corán 95: 4-6). A través de prácticas que implican concentrarse en lata’if el aspirante Sufi llega a ser capaz de utilizarlas como medio para una mayor conciencia de la Presencia Divina. Cuanto más desarrolla el buscador esta habilidad, menos se oscurece la luz del conocimiento.
Como la facultad de la memoria, los lata’if son facultades que podemos sentir y experimentar, pero que tenemos dificultades para explicar. ¿Cómo definirías la memoria? Podría decirse que reside en el cerebro, incluso podría describir su funcionamiento fisiológico, pero estas descripciones no transmiten todas sus dimensiones. A veces, una persona pierde la memoria debido a una lesión. Se vuelve aún más consciente de su importancia, pero no puede explicarlo mejor. De manera similar, el lata’if no puede definirse adecuadamente con palabras; pero a medida que una persona los saca a la luz, llega a comprenderlos.
Diferentes órdenes Sufis han asociado los lata’if con varias ubicaciones en el cuerpo. La orden Naqshbandi-Mujaddidi coloca los cinco centros del mundo del comando de Dios (el lata’if de ‘alam’i amr) en el pecho. El corazón o qalb está en el lado izquierdo del cuerpo, dos pulgadas por debajo del pezón. El espíritu, ruh, está en la posición correspondiente en el lado derecho del pecho. El centro sutil conocido como secreto, o sirr, está del mismo lado que el corazón, pero por encima del pecho. Oculto (khafi) está a la derecha sobre el pecho. Lo más oculto (akhfa) está en el medio de su pecho, entre el corazón y el espíritu.
Los shaykhs de la orden Naqshbandi-Mujaddidi guían al salik (viajero espiritual) en la iluminación del lata’if uno por uno. Esto se logra principalmente a través de muraqabah (meditación). Mientras está sentado, el estudiante tiene la intención (niyah) de prestar atención a un centro sutil en particular. Él o ella se enfoca primero en el corazón (qalb), luego, en secuencia, el otro lata’if del mundo del comando de Dios: espíritu, secreto, escondido y más escondido (ruh, sirr, khafi y akhfa). Cuando éstos están completamente iluminados, el estudiante presta atención al lata’if asociado con el mundo de la creación (‘alam’i khalq).
De los centros sutiles conectados con el mundo de la creación, sólo se considera que el yo o nafs corresponde a un punto particular del cuerpo humano. Su ubicación está en el medio de la frente. Es el primero de los lata’if de ‘lam’i khalq que el estudiante refina, pues se considera la suma total de todos los demás. Después de concentrarse en el yo durante algún tiempo, se guía al estudiante para que se concentre en los cuatro elementos burdos de los que está constituido el cuerpo: aire, fuego, agua y tierra (bad, nar, ma ‘y khak). Cuando se les infunde luz, cada poro del cuerpo se ilumina y comienza a recordar a Dios.