El enfoque Sufi es relevante tanto para la sociedad actual como para las cuestiones que darán forma a la dirección de la humanidad en el futuro. Las cuestiones relacionadas con los valores comunitarios, la diversidad cultural, la preservación del medio ambiente, la equidad económica y la resolución de conflictos se consideran todas en las enseñanzas del Islam. Históricamente, varios maestros ufís buscaron abordar estos problemas. Hoy en día, quienes se dedican a las prácticas ufís están aplicando su conocimiento del Tasawwuf a campos tan variados como el desarrollo sostenible, la educación, la terapia, la crianza de los hijos, la ciencia y la tecnología y la comunicación intercultural.
Pero la mayor herramienta del Sufismo para abordar los problemas globales no es su tradición de acción social. Los discípulos del Sufismo ven el servicio como un medio, no como un fin. El trabajo exterior por sí solo no puede resolver los problemas que acosan a la humanidad, porque las raíces de estos problemas se encuentran en el corazón humano. Los intentos de abordar los problemas, a nivel de los problemas, puede tener éxito; lo más probable es que no lo tengan. Debemos mirar más allá de las manifestaciones externas hacia los corazones de los seres humanos en todas partes y, más específicamente, hacia nuestros propios corazones. Si el corazón de una persona es noble, si sus sentimientos son refinados e iluminados, esa persona no será una carga para el mundo. Esa persona no será parte del problema, sino parte de la solución. Si más personas se comprometieran conscientemente a iluminar sus propios corazones, entonces cada uno de ellos se convertiría en parte de la respuesta a las necesidades globales. Si las conferencias, los comités y los consejos estuvieran formados por Sufís, ¡el mundo no estaría en el estado en el que se encuentra!
La práctica dedicada del Sufismo convierte al ser humano en alguien cada vez más integrado y transformado. Una persona así solo puede beneficiar a su comunidad y a la sociedad en su conjunto. Existe una necesidad apremiante de tales personas, de personas que, mientras cumplen con sus responsabilidades externas, también sean atentas y refinadas por dentro. Nuestras sociedades necesitan personas que actúen desde el corazón, con un corazón refinado y amoroso.
Nadie puede cambiar el mundo por sí solo. Cada persona puede cambiarse a sí misma y, habiéndolo hecho, influir en otros para que hagan lo mismo. El Sufismo no es ahora, ni ha sido nunca, un movimiento de masas. Opera a nivel individual. Intenta encender velas en la oscuridad. De esta manera, el Sufismo produce una cosecha particular dentro de la sociedad. Hoy, más que nunca, la sociedad necesita los frutos de esa cosecha.